domingo, 30 de agosto de 2015

VAMOS DE BLANCO Y DE NEGRO

Mis colores preferidos siempre fueron el blanco y el negro, porque combinan muy bien entre ellos siendo tan opuestos. ¿Alguien se ha imaginado un mundo en el que encajen tan bien dos personalidades tan diferentes? Pues, señores y señoras, esta combinación está por todas partes. Sin irnos más lejos: el papel. El papel es blanco, pero necesitas tinta negra para escribir un libro. O por ejemplo la pizarra, que con sólo una tiza blanca se pueden divisar las letras escritas. ¡La tiza amarilla ya no es lo mismo! Es clara también, pero leyendo las letras te confundes más a menudo. Hazedme caso, no hay dos colores que encajen tan bien como el blanco y el negro. Ambos se pueden comparar con esos momentos en los que nos gusta llevar la contraria, o como dice la canción de Malú: "... tú dices blanco, yo digo negro...". Las teclas de mi ordenador, que estoy utilizando ahora mismo, son negras, pero para que se vean con claridad las letras se tienen que escribir con tinta blanca. ¡Nada de amarillo! 

El negro me inspira seguridad. Pues, ¿por qué en el cuaderno del instituto escribo la teoría y los enunciados en azul y las respuestas en negro? El negro nunca se equivoca. ¡El blanco es todo lo contrario! Ahí prima la originalidad. Te dan una hoja en blanco y tú puedes escribir lo que quieras, cómo quieras, dónde quieras o incluso no escribir nada. O, vámonos, por ejemplo, a los trajes de oficina. Pantalones negros, con camisa blanca, corbata negra y chaqueta negra. ¿Qué sería de ellos si esa camisa fuese negra o amarilla? Si fuese negra seria demasiado serio, y la gente tendría miedo metiéndose en esos trajes, no los querrían comprar; si fuesen amarillas daría la sensación de que están sucias, de que necesitan un lavado, pero no, son así. Nadie las compraría. Y ahora viajemos al mundo de los abrigos. Da absolutamente igual que sea blanco o negro, porque los dos se manchan; el blanco de negro y el negro de blanco. ¡Son dos colores que se llevan tan bien! ¡Están por todas partes juntos! ¡No hay nadie que los separe! 


Una última observación: los dálmatas.

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